La escena se mantenía en
tensión, nadie atacaba esperando el movimiento del rival.
-Lobo.- Le dijo Evangelyne
a Lobo susurrándole.
-Dime, Eva.- Le respondió.
-Tú que eres el más rápido,
¿podrías poner a salvo a los niños?
-Por supuesto, eso estaba pensando
en hacer.- Lobo se transformó en su forma de licántropo y se lanzó contra los
niños para que le subieran encima y llevarlos lejos.
Y así lo hicieron, los tres
subieron al lomo de Lobo y se los llevó hasta el reino.
Para que no les siguiera el
enemigo, los tres que se quedaron lo entretenían. Hacían lo que podían, como
bloquearle movimientos, atacarle, evitar golpes, ayudar si alguien recibía un
golpe.
Tristepin le bajaba la
guardia atacándole con su espada cuerpo a cuerpo, para que Eva y Amalia le atacaran
a distancia. Pero todo parecía en vano, no conseguían hacerle un rasguño, era
demasiado rápido evitando los movimientos.
Dentro de un rato Lobo
volvió, sin perder tiempo saltó sobre el enemigo, como en su forma de
licántropo es más rápido el enemigo no pudo evitarlo y lo tiró al suelo
poniéndole una de sus enormes patas encima.
-¡Bien hecho Lobo!- Le
gritó Amalia.
Nergal se puso a reír.
-¿Qué te pasa ahora?- Le
preguntó Lobo muy enojado.
-Que si quisiera podría
haber acabado con vosotros ahora mismo.
Una enorme fuerza hizo a
Lobo salir disparado hacia arriba.
Amalia lo cogió con unas
raíces para que no se cayera y se lastimara.
Cuando se dieron cuenta el
enemigo se encontraba encima del agua, bastante lejos de donde estaban ellos.
-Ya nos volveremos a ver a
la próxima, pero vendré con más amigos míos, pero una cosa…- Nergal se quedó
unos segundos callado. –Si seguís así moriréis todos.
Al terminar la frase
desapareció como si nada. Los que peleaban con él volvieron al reino para
avisarles a todos de lo que pasó.
Amalia y Lobo, como reyes,
reunieron a todos los habitantes del reino para contarles lo ocurrido y que
deberían prepararse para un próximo ataque.
Evangelyne y Tristepin
fueron a llevar a las sirenas al mar, ya que se recuperaron de sus heridas. Una
vez en la orilla del mar vieron dos cosas acercarse a la orilla, se fijaron
bien y eran dos tritones.
-Mira, fíjate, Perséfone.-
Dijo Cirene. –¿Ese de allí no es el chico que te gusta?
Perséfone se enrojeció.
-¿Qué dices? ¡Ese no me gusta!
-Sí, sí, claro, bueno, lo
que digas.- Dijo pícara Cirene.
Los dos tritones llegaron.
-Hola Perséfone, Cirene,
menos mal que os habéis salvado.- Dijo Atlatonin, uno de los tritones.
-Hola Ianasan, Atlatonin,
nosotras también nos alegramos mucho de saber que estáis bien.- Dijo Perséfone.
-Cuando huíais íbamos
detrás de vosotras, pero nos cayó una piedra encima y nos refugiamos en una
cueva cercana, ya que no podíamos ir mucho más lejos.
-Bueno, eso ya pasó, pero
ahora no sé dónde iremos.- Se entristeció Cirene.
-Se han salvado más de los
habitantes, podríamos reconstruir el reino de nuevo.- Dijo Ianasan.
-Bien, pues vayamos.- Dijo
Cirene más animada.
Todos se pusieron a nadar
mar adentro, cuando se encontraban lejos se despidieron de los que les habían
ayudado, los de la orilla les respondieron la despedida, después de esto se
sumergieron.
Mientras tanto Amalia y
Lobo…
Reunieron a todos los
habitantes en la plaza para anunciarles algo.
-Escuchadnos todos…- Empezó
Amalia. –Hoy ha venido un demonio a atacarnos, por suerte se ha ido sin dejar
heridos, pero a la próxima no vendrá sólo y viendo como estamos ahora no
podremos defendernos, tenemos que entrenar duro para vencerle, pero quien no
quiera involucrarse en la batalla que lo diga…-
Evangelyne y Tristepin
llegaron a la plaza. Nadie se iba de ella, así que eso significaba que todo el
reino, incluido los niños, se enfrentarían a la batalla.
-Ya que estáis todos
seguros, empezaremos con los entrenamientos.- Dijo Lobo, a lo que todo el
pueblo gritó para afirmar.
Comentarios
Publicar un comentario