La niña nació y tenía los ojos ambarinos. Era un bebé hermoso y saludable, y todos felicitaron a Tristepin y Evangelyne por ello. Pero solo ellos apreciaron en la criatura pequeños detalles que resultaban inquietantes, como el extraño brillo de sus ojos bajo la luz del atardecer, o el hecho de que su cabello castaño no creciera lacio como el de los otros Ocras, sino rebelde y desordenado, como si estuviera siempre despeinado. Pasó la primera luna llena, sin novedad; y, pese a que el Curandero les había advertido de que probablemente la licantropía no se manifestaría hasta la adolescencia, los padres respiraron aliviados. Solo entonces le pusieron nombre, la llamaron Nowa. Como hija de Centinelas que era su hogar estaba en el bosque, lejos del palacio. Pero pronto quedó claro que Nowa era mucho más salvaje y solitaria que cualquier otro Centinela. Los primeros años las pasó deambulando sola por el bosque. A sus padres no les importaba, pensaban que así tendría menos problemas para...