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Capítulo 2: El ataque.

El cuerno sonó por todo el Reino, era una noche de Luna Llena. Todos los ciudadanos del Reino se pusieron a salvo, corrieron hasta el refugio. Amalia se despertó y fue corriendo hasta el Capitán de los Centinelas.
 
-¿Qué ocurre aquí?- preguntó Amalia.

-Nos están atacando licántropos.- Respondió el Capitán de los Centinelas.

Los lobos atacaban al Reino por la entrada principal, la entrada norte, los Centinelas disparaban sus flechas contra ellos, menos Tristepin, que esperaba cerca de la puerta preparado con su espada por si conseguían pasar algunos lobos.

-Podría ayudar.- Dijo Amalia.

-No, mi reina, los lobos son muy peligrosos, debe quedarse en el refugio, donde está el resto, y si muriera... ¿quién les guiaría? nadie es mejor reina que vos.- Dijo el Capitán de los Centinelas.

-Vale, me iré.- Dijo Amalia, aterrada por lo que ocurría, se fue al refugio donde se encontraban los demás.

Los arqueros iban matando a los lobos, disparándoles flechas donde está su corazón, la única manera de derrotarlos.

De los mejores arqueros había que destacar a Lobo, Cleophee y Evangelyne, ellos eran los mejores.

Evangelyne vio por el rabillo del ojo como un puñado de lobos se dirigían a la entrada sur del Reino, de inmediato fue a informar al Capitán.

-Capitán, creo haber visto un puñado de lobos que se dirigían a la entrada sur, el ataque de la entrada norte es una distracción.- Dijo bastante rápido Evangrlyne al ver en el peligro que se encontraban.

-Bobadas, seguro que habrá sido algún animal cualquiera.- Le respondió el Capitán. -Todos los lobos se encuentran aquí. Ahora vuelve a tu sitio.

Evangelyne no le hizo caso al Capitán y fue a hablar con Lobo y Tristepin, que se encontraban los dos cerca.

-Chicos, he visto a otros lobos, nos van a atacar por la otra entrada, el Capitán no me cree. Deberíamos ir a detenerlos.- Dijo Evangelyne algo aterrada.

-Si el Capitán no nos lo ha ordenado no deberíamos ir.- Dijo lobo concentrándose en los lobos.

-Haced lo que queráis, pero yo voy a detenerlos.- Se va corriendo hacia la entrada sur.

-Ésta Eva, siempre con problemas.- Dijo Tristepin, después siguió a Evangelyne.

Lobo decidió seguirles, si era.cierto con dos no eran suficientes. Fueron al lugar indicado, y así fue, habían tres lobos, uno más grande que los otros, parecía que le obedecieran los pequeños.

-Tristepin, tú irás a por el de la derecha, Eva, tú a por el de la izquierda, yo atacaré al del medio.- Esa fue la estrategia de Lobo, que cumplieron a la perfección.

El lobo grande no parecía ser un lobo cualquiera, era más poderoso y rápido que los demás, y al parecer tenía mente racional y no animal. Evangelyne se cargó al lobo de la izquierda clavándole una flecha en el corazón, Tristepin acabó con el suyo haciendo lo mismo pero con una espada. A Lobo le costaba bastante más, ya que no era un lobo muy normal.



 



-«Y si...».- A Lobo se le ocurrió una idea, sacó un puñal de plata y se lo clavó al animal, haciéndole una grave herida, el lobo se estremeció por el dolor que le provocaba aquel material que le quemaba la piel.-«Así que sí es cierto...».- El animal tiró a Lobo golpeándolo al suelo y se dirigió a Evangelyne, le dio un mordisco en su brazo mientras estaba distraída, después el animal, herido, con unos aullidos de victoria se largó.

El Capitán y varios Centinelas fueron a ver que ocurría, les explicaron lo que ocurrió y llevaron a Evangelyne al curandero.

El Curandero era un viejo sadida, sabía mucho sobre medicina, por eso la maldición del licántropo no le afectaría en absoluto.

 

-Si le hubiera hecho caso esto no habría ocurrido.- Dijo el Capitán.

-No te preocupes, saldrá bien.- Intentó calmarle Lobo.

Tristepin estaba tan nervioso que se paseaba por el pasillo de lado a lado, muy preocupado.

El Curandero salió.

-Tristepin, entra por favor.- Le dijo el Curandero.

Trisrepin entró dentro de su consulta, Eva estaba en una cama dormida, Tristepin se acercó a ella para acariciarle sus mechones dorados.

-Se pondrá bien, sólo necesita descansar.- Dijo el Curandero.

Tristepin sonríe de felicidad, le.cayeron unas cuantas lágrimas.

-Así que la maldición del licántropo no le afecta.- Dijo Tristepin aliviado.

-No, pero... tal vez si tendría efecto sobre su hija.- Dijo el Curandero.

-¿Hi-hija?- Preguntó Tristepin sin saber de que hablaba.

-Sí, Evangelyne está embarazada.- Afirmó el Curandero.- Pero puedo matar al bebé ahora, antes de que nazca, si no queréis ningún riesgo.

Tristepin durante un momento pensó en matar al bebé, pero también pensó en la posibilidad de que la maldición de la licantropía no le afectara. Teistepin contempló una vez más el sereno rostro de Evangelyne. Lo consultaría con ella antes de tomar una decisión definitiva, pero ya sospechaba cuál iba a ser su respuesta.

-La niña vivirá.- Dijo Tristepin muy seguro de su respuesta.

-Bien.- Respondió el Curandero.-Si se transforma en licántropo se convertirá las noches de Luna Llena.

Eran sólo doce días al año, doce días, podrían con eso, ¿qué iba a pasar?

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