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Capítulo 11: Los enemigos se preparan.

Todos los habitantes del reino empezaron a entrenarse, los sadida practicaban con sus poderes de naturaleza, los ocra practicaban con su arco y a emplear más poder en sus flechas para hacerlas más poderosas, el curandero del reino recolectaba hierbas para hacer más medicamentos para poder atender a los heridos, Lobo practicaba con sus poderes de licántropo, Nowa entrenaba con su bastón, Cleophee y Evangelyne con los demás ocra, Amalia y Nature con los sadida, Yugo con sus portales, Tristepin y Guildark entrenaban juntos con la espada.
Se unieron nuevos miembros al grupo de centinelas.
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En el castillo demoníaco...
-Hahaha... Nergal, ¿cómo es que has huido?- Dijo la voz de una adolescente, mientras la voz de un adolescente se reía descontroladamente.
-¡Callaos, Setne y Tiiruk! No había huido, hice lo que me ordenaron.- Respondió Nergal.
-Sí, sí, excusas.- Respondió Setne.
-¡¿Queréis que acabe con vosotros ahora mismo?!- Gritó Nergal.
Una niña pequeña entró en la sala donde estaban estos.
-Que alboroto habéis armado...- Dijo la niña.
-Hola Natsuki.- Dijeron a la vez Setne y Tiiruk -Ha sido Nergal el que ha empezado.- Los dos le sacaron la lengua a Nergal en señal de burla.
-¡Yo, pero si habéis sido vosotros!- Se defendió Nergal.
-¡Callaos!- Gritó Natsuki. -Ya sabéis que la princesa está descansando, y no tenemos que molestarla.-
El silencio invadió la sala donde se encontraban los cuatro demonios.
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Remilia caminaba sola por los pasillos de aquel castillo, se dirigía hacia una habitación, antes de entrar llamó a la puerta.
-Hermana, voy a entrar.- Dijo antes de a
brir la puerta y entrar.
En la habitación había una cama, y en ella una niña pequeña descansaba, Remilia se acercó a la cama.
-¿Todavía te duele? Mira que forjarte unas alas en tus huesos...- Dijo Remilia.
-Sí, ya no me duele, y ya puedo moverlas perfectamente.- Dijo la niña que estaba en la cama.
-Me alegro, Flandre, porque muy pronto empezará el juego, y no me gustaría que te lo perdieras.- Le dijo Remilia con una voz divertida.
-Descuida, podré jugar perfectamente.- Dijo Flandre divertida.
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Dos demonios más entraron a la sala donde estaban los cuatro.
-Ya era hora de que viniérais, Isidith, Antares.- Dijo Nergal.
-Disculpen la tardanza.- Dijo Isidith. -Pero ya sabréis que nosotros vivimos muy lejos de aquí.-
-Venga, no empecemos de nuevo.- Dijo Setne.
-Eso, eso.- Apoyó Tiiruk.
-Dicen los que casi siempre empiezan las discusiones.- Dijo Nergal para él.
Remilia y Flandre entraron por la puerta, al verlas entrar todos se callaron.
-Bueno, veo que ya estamos todos.- Dijo Remilia. -Muy pronto podremos empezar.- Dijo con una sonrisa.
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Amalia se acercó a Lobo.
-Lobo, ¿crees que podremos vencer?- Le dijo preocupada.
-Por supuesto que sí, y tendremos más posibilidades si seguimos entrenando.- Le respondió Lobo.
-El demonio que vino hace unos días no será el más fuerte, ¿piensas lo mismo?
-Sí, ya que enviar el más fuerte sería demostrarnos su arma más poderosa, y así nos podríamos defender mejor.
-Bueno, en ésta situación hay que ser optimista.
-Cierto.- Afirmó Lobo.
-Bueno, voy a seguir entrenando, hasta luego, Lobo.- Amalia fue corriendo hasta su lugar de entrenamiento.
-Hasta luego, Amalia.- Lobo siguió con su entrenamiento.

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